Recuerdo la historia de una señora que al morir, su mamá encontró en el closet de ésta, empacados uno a uno, todos los regalos que había recibido durante más de 20 años. Ni siquiera les había quitado las tarjetas. Se murió sin abrirlos, sin saber qué contenían los paquetes, y sin disfrutarlos… En el día de hoy quiero hablarte de cómo los obsequios llegan a ti por una razón y por qué aceptarlo. ¡Sé que este regalo te sorprenderá gratamente!
Creo que los regalos que recibo, no me servirán para nada si no me abro realmente a agradecerlos y a disfrutarlos. La gratitud es activa, no es pasiva.
Estoy pasando un momento difícil en la relación con mis hijos, ellos por razones que respeto, no quieren pasar tiempo conmigo y no puedo hacer más de lo que he hecho.
El que yo sufra, no me hace ni mejor ni peor papá de lo que soy.
Mi dolor y sufrimiento nada tiene que ver con el amor, sino, sólo con lo que espero. Con la forma como en mis expectativas, decidir cómo tienen que ser las cosas, y en últimas, esto nada tiene que ver con la realidad porque las personas y la vida, son como son.
Si me quedo en mis pensamientos esperando que la realidad se adapte a lo que creo que debería ser, sólo sufriré y me perderé de abrir los regalos que en cada instante tengo ante mí.
La vida es bella y en este momento me ha rodeado de personas maravillosas que son mi regalo, ¿y cómo sé que son mi regalo?, porque hoy, en este instante, están aquí en mi entorno.
Podría llenarme de condiciones para disfrutarlos; «que el tiempo…», «que son …», «que no son…», bla, bla, bla.
Pero en realidad están aquí y en la medida en que los veo como mi regalo, ellos más y más se convierten en eso.
La Gratitud
Para mí, la verdadera gratitud no es aceptar con cara de santo resignado, lo que la vida me dió, eso es quedarme en la auto compasión.
La resignación es como aceptar la realidad, sólo porque es lo correcto. Eso es pasivo, es como tomarme el remedio de mala gana, eso es mantener mis pensamientos que continúan queriendo lo que no es, es como dejar de disfrutar lo que me trae la vida en ese instante, como un regalo que voy a desempacar después.
Para mí, gratitud, es buscar con determinación, con entusiasmo, cómo lo que me está ocurriendo en mi vida en este instante, es perfecto para mi.
Preguntarme, «¿cómo lo que puedo aprender de esa situación, me puede ayudar a ser más libre y más feliz?»
Pero, ¿cómo el no ver a mis hijos a quienes he amado y les he dado lo mejor de mí, me puede hacer más libre?
Bueno, pienso que puedo aprender a amarlos y admirarlos, sin que ellos tengan que hacer lo que yo espero que hagan.
Los puedo amar y saber que mi felicidad y mi paz, no pueden depender de la aprobación ni de las acciones de nadie.
Puedo admirarlos y sentirme agradecido por lo que ellos han sido para mi vida.
Por lo que ellos son.
Por lo que con sus vidas, me han ayudado a descubrir en mí, a crecer.
Porque puedo aceptar que podemos amarnos, aunque pasemos por caminos diferentes.
Porque me ayudan a reconocer actitudes en mí, que no me hacen mi vida más fácil.
Mirando mi vida, mis circunstancias, y mi pasado, no encuentro un sólo evento que aunque me haya parecido duro en su momento, doloroso o injusto, después no se haya convertido en una puerta a nuevas posibilidades increíbles para mi vida.
Y esto lo quiero aplicar a todo lo que ocurre en este instante en mi vida.
Las personas que están a mi lado, el dinero que tengo, es el perfecto hoy, porque es lo que tengo.
Lo demás son mis miedos o mis dudas, la salud o la edad, lo que he logrado o lo que no me ha funcionado. Ha sido perfecto, porque es lo que ha sido.
No me refiero a no reconocer mis errores, o lo que ha sido difícil o doloroso. Todo lo contrario, me refiero a buscar con gratitud lo que he encontrado, sin quedarme en la culpa, en el resentimiento, o en el reproche, que sólo causan más dolor y sufrimiento.
No abrir los regalos de mi vida, es alimentar los pensamientos de lo que no tengo, de lo que no funcionó como yo esperaba, de las personas que actúan diferente a como yo quiero, de la realidad que no le hace caso a mis pensamientos.
Es valorar mis pensamientos y mis opiniones, más que la vida misma.
Es ser muy egoísta y ciego, quedarme en mi pensamiento de cómo alguien debería actuar y dejar de reconocer todo lo demás que tiene esa persona, porque sólo la estoy viendo a través de un pensamiento mío.
Es como golpearme en cada instante, porque el universo no se adapta a mis pensamientos.
Qué maravilloso, soñar, luchar para construirse con otros (yo por ejemplo, he aprendido a potenciar mis finanzas trabajando con mi pareja), pero no desde la carencia o el dolor, sino desde el entusiasmo y la gratitud. Desde ahí, el construir será más liviano y grato.
El Regalo
Te invito a que no dejes que pase tu vida sin que abras realmente tus regalos, a que dejes de esperar que las circunstancias o las personas, sean como tú quieras.
A que en este mismo instante, con gratitud, entusiasmo y determinación, disfrutes de los regalos que tienes en este momento. Deja de quejarte, de reprochar o reprocharte, esos sólo son tus pensamientos que te crean dolor y te roban este segundo que lo puedes usar para ser feliz.
Acepta lo que tienes, como es.
Disfruta y goza a quienes están contigo, reconoce que ahora mismo tienes todo lo que necesitas para ser feliz.
Te dije al comenzar: “Este regalo te sorprenderá!”
¿Quieres saber cuál es?
La posibilidad de soltar tus pensamientos y creencias que te detienen y hacen sufrir…
Cuéntanos cómo te ha ido y dinos qué cambió al encontrar los regalos en algo que antes considerabas una cruz.