¿Dolor o sufrimiento?
Quise escribir algo sencillo, útil y práctico. Sin embargo, me resultó muy desafiante tratar de encontrar las palabras adecuadas para referirme a ciertas experiencias que todos los seres humanos tenemos, ya que la misma palabra puede significar cosas distintas para cada persona.
Por eso, para efectos de esta reflexión, voy a asumir que el dolor tiene que ver con lo físico, mientras que el sufrimiento lo empezamos y lo terminamos con nuestro pensamiento, y no depende de la realidad ni de lo que pasa en nuestro entorno.
El dolor tiene que ver con la vida. El sufrimiento, con la actitud, con los pensamientos y con nuestras creencias.
Puedes tener un gran dolor y no estar sufriendo (el deportista que entrena sus músculos o el enfermo con buena actitud) o puedes sufrir mucho aunque lo tengas todo.
El dolor, tarde o temprano, en mayor o menor grado, será inevitable.
El sufrimiento
El sufrimiento está relacionado con tus pensamientos, con tus expectativas, con la manera como esperas que sean las cosas, en cómo quieres que actúen las personas, con la manera que quieras que sean las circunstancias o cómo has aprendido que debes sentirte ante el sufrimiento.
Aunque parezca extraño decirlo, el sufrimiento es proporcional a la expectativa. Entre más grande sea la expectativa, mayor será el sufrimiento. Acepta la realidad, y bajará el sufrimiento. Tú no puedes cambiar la realidad, o a los demás, pero sí lo que tú esperas.
SI quieres profundizar más en cómo lo que tú piensas afecta tu vida, incluso tu vida financiera, te recomiendo que leas mi entrada de blog «10 Hábitos de Millonario que Cambiaron mi Vida».
En últimas, cada persona decide cómo sentirse, si se cumplen o no sus expectativas, sentirse alegre o sufrir en cada instante.
En mi mente, creo la expectativa de que una persona me quiera o me exprese su afecto de determinada manera, o que alguien me dé aprobación.
Por ejemplo, me digo: si esa persona a quien yo amo no hace lo que yo espero, significa que no soy importante y por lo tanto, YO DEBERÍA SUFRIR.
Pero soy yo mismo quien está creando la expectativa, quien interpreta si se cumple o no, quien decide si sufre o no, y por cuánto tiempo.
O pienso: «tengo que lograr esto o aquello, para yo ser una persona valiosa o exitosa (esa es mi expectativa). Si no lo logro, (decido yo) significa que soy una persona fracasada que no vale nada, (luego decido yo) debo sufrir y sentirme mal».
Quizás, aprendí que determinada circunstancia o conducta de alguien, me debe doler o me debe hacer feliz. Por ejemplo, si no tengo dinero debo sufrir y si tengo debo ser feliz.
«Si mis hijos o mis padres o mi pareja, no actúan como yo espero, yo debería sentirme…»
No es por lo que hagan, es como yo decida sentirme. El que yo decida sufrir, no altera el amor, pero sí mi paz interior…¡y la relación!
Ahora bien, que algunas veces aunque no quiera, emocionalmente vaya a sufrir, (como cuando muere o sufre un ser querido, o cuando alguien cercano me decepciona) no es que yo decida sufrir. Por supuesto me duele, sin embargo lo que sienta, en gran parte depende de la manera que he aprendido a esperar o a sentir.
Aprendiendo a sufrir
Para el budismo, la muerte es parte de la vida y así lo enseñan a sus seguidores. Por eso, su actitud ante el fallecimiento de alguien cercano, en general es más serena y tranquila. Mientras que en occidente, aprendemos que la muerte es una pérdida, por eso nos duele más, porque nos han enseñado a que lo normal es que sintamos dolor.
Aún en nuestra propia familia, en donde probablemente hemos tenido los mismos aprendizajes, ante una pérdida o una decepción emocional, cada quien la asume de manera diferente. Sencillamente por las condiciones, las reglas y las consecuencias que, en su mente, cada uno estableció que necesita para sentirse feliz o para sufrir. Esas son las reglas que cada uno se impone en el juego de su vida.
Para nuestra reflexión, podemos sufrir porque nos han enseñado que para ser «normales» debemos sufrir, pero también podemos alimentar, alargar o acentuar el sufrimiento con nuestros pensamientos, o podemos decidir hacer lo posible para curar la herida lo más pronto posible.
En la cultura occidental, a muchos de nosotros nos enseñaron a reforzar el pensamiento de sufrimiento. Nos enseñaron que sufrimos porque las cosas pasan, no por nuestra actitud ante las cosas.
Sin embargo:
El sufrimiento es alimentar el pensamiento de drama, de auto compasión, de víctima.
La Actitud del Sufrimiento
El pensamiento de sufrimiento, crea una actitud de derrota, de desesperanza…
Es como ponerle una lupa al dolor para que se perciba más grande y crear auto compasión en nuestra mente, en nuestras emociones y ante quienes nos rodean. Es menospreciar o quitarle valor a todo lo demás que es grato y valioso.
La actitud del sufrimiento, hace al muerto más pesado para quienes están alrededor, y hace más difícil el dar y recibir apoyo.
Puede ser también una forma de responsabilizar al otro de mi fracaso para que se haga evidente lo que el otro hizo, como si al sentirme o estar mal, le cobrara una cuenta al otro (y a veces el otro ni se entera).
El sufrimiento, es el resultado de un pensamiento errado, en el que te estás invalidando o estás haciendo indispensable para tu vida, algo que no lo es. Porque si en este instante, no tienes por lo que estás sufriendo, o determinada circunstancia no es como quieres pero sigues viviendo, significa que HOY, en este instante, puedes vivir sin ello.
Con seguridad, hubo un tiempo en tu vida que ni sabías que existía por lo que hoy sufres y, sin embargo, vivías y hasta eras más feliz.
El sufrimiento es opcional.
Cuando me siento ansioso, nervioso, miedoso, o inseguro, es una alarma compasiva del Universo que me dice que le estoy dando importancia a un pensamiento errado: que necesito algo o a alguien para ser feliz.
Cuando en verdad, en este instante… ¡tienes todo para ser feliz!
“Lo único que te aleja de lograr lo que tú quieres, es un pensamiento que NO es cierto”